En esta nueva entrada queremos ahondar en el manejo de las tendinopatías. Lo primero, obviamente, es tener claro de qué estamos hablando.
La tendinopatía es una lesión que se origina, por lo general, por un sobreuso del tendón. En su desarrollo influyen factores como la edad, los trabajos repetitivos, el deporte intensivo, la obesidad y enfermedades como la diabetes.
Esta lesión se produce cuando los tendones están en continua destrucción y creación de tejido y hay un riego sanguíneo pobre con pocas células para reparar la lesión. Dicho de otro modo, si se estresa el tendón más de la cuenta y no se le da tiempo a lograr un equilibrio entre la fase de destrucción y creación de tejido, es cuando puede aparecer una tendinopatía.
Algunos ejemplos de tendinopatías:
- Tendinopatía del músculo supraespinoso en el hombro
- Tendinopatía de los músculos epicondíleos en el codo (codo de tenista o epicondilitis).
- Tendinopatía de Aquiles en el tobillo.
- Tendinopatía rotuliana en la rodilla.
Fases de la tendinopatía
1.- Tendinopatía reactiva
Respuesta a una sobrecarga tensil o compresiva del tendón. También puede aparecer tras un trauma directo. El tendón se engrosa y se hace más rígido. No hay inflamación, aunque sí cambios a nivel celular. Es reversible si se reduce la sobrecarga o se deja descansar al tendón.
2.- Fase de disrepair (reparación inadecuada o fallo en la recuperación)
Los cambios a nivel celular son mayores que en la reactiva. Se alcanza esta fase cuando se continúa sobrecargando el tendón sin que haya reposo o disminución de la carga.
3.- Tendinopatía degenerativa
Cambios estructurales considerables del tendón tras una sobrecarga crónica. Su capacidad para revertir los cambios estructurales es escasa, pero no su capacidad para mejorar el dolor y la tolerancia a la carga del tendón, que puede volver a funcionar con normalidad.
Cómo afrontar las tendinopatías
Una de las mayores expertas en patología del tendón a nivel internacional, Jill Cook, nos da los siguientes consejos:
- Evitar el reposo
Aunque el dolor se mitigue, volverá cuando lo haga la actividad.
- Modificar la carga
Para reducir el dolor del tendón hemos de reducir, al menos a corto plazo, la carga excesiva del tendón. Debe cargarse progresivamente para lograr una mayor tolerancia.
- Pautar el ejercicio de forma individualizada
Debe haber un aumento progresivo de la carga para permitir la restauración del tejido y la mejora de la tolerancia en la absorción de carga física.
- Evitar las inyecciones y la cirugía. No han demostrado efectos significativamente mejores que el ejercicio y tienen unas complicaciones asociadas y riesgo mayores.
- Evitar los tratamientos pasivos como única solución
Por ejemplo, el masaje, los ultrasonidos, las inyecciones o las ondas de choque. El ejercicio es el camino fundamental y los tratamientos pasivos solo son añadidos.
- No tratarla como una respuesta inflamatoria clásica
Los antiinflamatorios pueden ayudar si hay mucho dolor, pero no está claro qué efecto tienen en las células y la patología.
- No olvidar que la causa puede ser multifactorial
La causa principal es un cambio repentino en algunas actividades, cargas que comprimen el tendón o factores sistémicos (edad, menopausia, colesterol elevado, etc.).
- No confundir patología en imágenes con dolor
Podemos hablar de patología aunque no haya dolor. Por otro lado, aunque la patología sea severa o haya desgarros se puede mejorar con las pautas que hemos visto más arriba.
- Olvidar que esta patología pueda ser reversible
La mayoría de los tratamientos están dirigidos a mejorar el dolor y la función y no a la curación del tejido.
En definitiva, tenemos que interiorizar la importancia de apostar por un tratamiento activo para enfrentar este tipo de problemas. Los tratamientos pasivos no pueden ser la única solución, el reposo no es una alternativa viable en caso de tendinopatías.