La terapia manual en fisioterapia ha sido una base desde sus orígenes. Sin embargo, durante mucho tiempo se explicó su eficacia basándose casi exclusivamente en modelos biomecánicos: recolocar vértebras, “romper adherencias” o “soltar bloqueos”. Hoy sabemos que esa visión es limitada. La evidencia científica más reciente muestra que los efectos de la terapia manual son mucho más complejos y se apoyan en diferentes mecanismos fisiológicos que van más allá de lo puramente estructural.

 

Terapia manual en fisioterapia

¿Qué ocurre realmente en el cuerpo?

 

La revisión publicada en PLOS ONE (2025) explica que la terapia manual desencadena respuestas multisistémicas en el organismo:

  • Neurológicas: aumentan los umbrales de dolor, se modula la excitabilidad espinal y se activan mecanismos inhibitorios descendentes. En otras palabras, el sistema nervioso regula mejor la señal dolorosa.
  • Neuroinmunes: se reduce la liberación de citoquinas proinflamatorias y aumentan mediadores antiinflamatorios, lo que contribuye a disminuir la inflamación.
  • Neuroendocrinas: descienden los niveles de cortisol (hormona del estrés), favoreciendo un entorno más estable para la recuperación.
  • Neuromusculares: mejora la activación de músculos estabilizadores y disminuye la actividad involuntaria o compensatoria. Esto facilita el movimiento más eficiente y con menos dolor.
  • Neurovasculares: se producen ajustes en el sistema nervioso autónomo que pueden mejorar la circulación y la regulación cardiovascular.

 

Mitos habituales

  • “La terapia manual recoloca huesos” → No hay evidencia de que una vértebra “se salga y se meta en su sitio”. Los cambios son neurológicos y funcionales, no mecánicos.
  • “Solo sirve para desbloquear” → En realidad actúa modulando dolor, inflamación y tono muscular.
  • “El efecto es solo placebo” → El contexto y la expectativa influyen, pero hay respuestas fisiológicas medibles a nivel nervioso, muscular e inmune.

 

¿En qué condiciones es útil?

La terapia manual, combinada con ejercicio y educación, ha mostrado eficacia en:

  1. Dolor lumbar y cervical mecánico.
  2. Cefaleas de origen cervicogénico.
  3. Tendinopatías y dolor musculoesquelético.
  4. Rigidez articular tras inmovilización.
  5. Dolor persistente donde el sistema nervioso se encuentra sensibilizado.

No es una solución mágica ni exclusiva, pero sí una herramienta valiosa dentro de un abordaje multimodal.

Conclusión

 

La terapia manual no funciona porque “recoloque” estructuras, sino porque activa múltiples sistemas del cuerpo capaces de modular el dolor, la inflamación y la función muscular. Lejos de los mitos, la ciencia nos muestra que su valor está en cómo interactúa con el paciente, su sistema nervioso y el contexto del tratamiento.

En fisioterapia moderna, la terapia manual es más eficaz cuando se combina con ejercicio terapéutico, educación y estrategias de autocuidado. Así deja de ser un tratamiento pasivo para convertirse en un recurso que potencia la recuperación activa.

Bibliografía

Keter DL, Bialosky JE, Brochetti K, Courtney CA, Funabashi M, Karas S, et al. (2025). The mechanisms of manual therapy: A living review of systematic, narrative, and scoping reviews. PLOS ONE, 20(3): e0319586.